Publicado el 30 de Octubre, 2005, 22:13
El principal elemento, base del desarrollo de un ser humano es su conciencia de aprendizaje, es decir, el conocimiento por parte de la persona de que debe dedicar su pensamiento al análisis de lo que ocurre para obtener conclusiones útiles y el uso de su tiempo para la práctica de esas conclusiones. No toda la gente reacciona igual ante un suceso. Unas, lo viven y continúan inmediatamente con un nuevo asunto. Otras, se detienen un momento, lo analizan, diseccionan, estudian, obtienen conclusiones y piensan cómo debió haber actuado y cómo actuará en el futuro ante situaciones similares. En realidad esta estrategia es natural en casi todos nosotros y se aprende con una mínima experiencia vital, pero existen grupos en los que esta estrategia no se desarrolla.
Excluyendo el grupo de personas que nacen con una deficiencia psíquica, encontramos que todavía hay gente a la que le cuesta llevar a cabo esa técnica. Y la causa, excluida ya la genética, está en el entorno, en las circunstancias en las que el niño se desarrolla. Así, un entorno rico en estímulos, en el que el niño, por ejemplo, es guiado por unos padres que le plantean retos y le enseñan a efectuar ese análisis necesario para el aprendizaje destacará inevitablemente sobre aquél al que le transcurren los días en un ambiente sosegado, demasiado tranquilo, con poca actividad y con el único motor para la acción de sus necesidades corporales. La riqueza de estímulos y retos del entorno probablemente determinará el potencial del pequeño con mayor seguridad que sus genes, el tiempo del que disponga o su entusiasmo, que son los otros elementos a los que anteriormente me he referido. El entorno y la actitud de la persona ante él son claves. Hasta hace pocos años, la mayor estimulación intelectual que uno de nosotros podía hallar estaba limitada a los centros de conocimiento o bibliotecas particulares, a los que el individuo debía tener acceso para recibir aquella información que otras personas habían dejado escritas para la posteridad. La transmisión de conocimientos, producto de la experiencia de sus semejantes, es la estrategia que ha permitido al ser humano llegar tan lejos en el dominio de la naturaleza. Ahora, contamos con una nueva herramienta de transmisión, más accesible, personalizable y rica: La red de redes. Plantea tantas preguntas... ¿Incrementará el nivel de estímulo de los ciudadanos? ¿Aumentará gracias a ella nuestra propia conciencia de aprendizaje? ¿Permitirá a más personas desarrollarse en un entorno rico en estímulos intelectuales? Estas son las preguntas que me hacen ver tantas posibilidades en esta nueva herramienta construida entre todos y para todos. Es la clave de una nueva concepción de la vida intelectual de las personas. Un nuevo modo de hacer sociedad. Las expectativas pueden ser tan grandes como cada uno pueda imaginar y también está ahí ese sentimiento de maravilla ante algo tan extraordinario, que tanto puede hacer por nosotros. |